VARIOS ESCRITOS
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UNA FELIZ NAVIDAD… REALMENTE… ¡MUY FELIZ!!!

 

 

  

 

 

Llegó 24 de Diciembre…

Hoy se celebra en el mundo cristiano la Noche Buena… momento en que se fijó como reminiscencia para conmemorar la venida de Cristo al mundo.

Sucede que cada año, por esta época se ha dicho que es tiempo para mejorar las relaciones que mantenemos con familiares, amigos, vecinos y compañeros de estudio o de trabajo… que es el tiempo para perdonar a quienes se considera han cometido actos agresivos, incluso son perdonados y liberados de cárceles infractores, inclusive se realizan suspensiones de ataques bélicos entre regiones, países e idiosincrasias…

Como vemos no ha cambiado mucho el pensamiento anual navideño, seguimos esperando este momento del año para tomar nuevas decisiones que construyan un mundo armónico en  el que todos los seres vivamos felices y en paz.

En mi caso particular y como cada año también, en estas fechas navideñas me viene a la mente la misma pregunta que me he hecho por muchos años: ¿Por qué es solo en esta fecha que las personas hablan de la paz, del perdón y del amor que nos debemos unos a otros?

Me lo pregunto porque yo pienso que esta paz, este amor y este perdón no tienen fechas, son permanentes, deben ser de todos los días con todas sus horas, minutos y segundos.

Sobre todo y lo más importante, es un perdonarnos y amarnos a nosotros mismos y desde esta visión extenderlo a los demás, pero no solo porque es Navidad, no solo porque es nuestra familia o nuestros amigos, sino porque es en este tiempo que se conmemora el nacimiento de Jesús y con ello nos recuerda su mensaje de amor, el amor y el perdón que él nos vino a enseñar y que con el transcurso de los años pareciese que en ocasiones se nos olvida o bien lo acomodamos a nuestra manera y a ciertas fechas. El pensamiento de amor que dejó como enseñanza está basado en el perdón, no en el sufrimiento, está basado en el amor, no en el dolor, es una enseñanza que nos conduce de la oscuridad del ego a la luz del Cielo de Dios.

El símbolo de la Navidad es una estrella: Una Luz en la oscuridad. No hay que verla como algo que se encuentra fuera de uno mismo, sino como algo que refulge en el Cielo interno, y se debe aceptarla como la señal de que la hora de Cristo ha llegado… La hora de hacer prevalecer que la cuestión más importante en la vida está basada en la comprensión, el entendimiento, el perdón y el amor, sin exigir nada. Y es que no se le exige a nadie ningún tipo de sacrificio.

U esta hora, en realidad debe ser cada instante de nuestras vidas, tomándolo como una oportunidad para crecer, haciéndonos responsables de cada pensamiento, de cada sentimiento y de cada actitud. Cada intervalo es el momento adecuado de ver más allá de los comportamientos expresados a través de los cuerpos que nos rodean, que viven junto de nosotros. Cada día nos da la oportunidad de observar y perdonar los errores en nuestras decisiones, de corregir, de amarnos y perdonarnos, de extender este perdón y este amor a quienes nos rodean. Es la oportunidad de no juzgar, de no atacar ni sentirnos atacados. De elegir nuevas formas de pensamiento y vida, pero no solo durante los días que dura el entusiasmo navideño y el recibir el nuevo año, sino durante cada día del año, porque cada instante de nuestra vida es el momento oportuno para reconstruir y transformar el mundo irreal de pesadilla en un mundo armónico lleno de alegría y de paz, un mundo por el cual caminar con un pensamiento de gratitud por todos los regalos que nos acompañan, un mundo en el podemos transitar llenos el amor de Cristo.

Imaginemos solo por un instante ¿cómo sería el mundo si cada día del año estuviésemos  con la actitud en que nos vemos unos a otros en esta época navideña? 

… La tan famosa época del amor y el perdón, pero que sólo termina y volvemos a la misma forma de expresión. Volvemos a expresarnos desde el ego, volvemos a sentirnos carentes, nos peleamos con nosotros mismos, sentimos que el sufrimiento es necesario, nos separamos a través de nuestras ideas obsesivas de que solo los que piensan como nosotros son los que están en lo correcto.

Bueno, pues la gran oportunidad está en nuestra puerta, sólo se requiere abrirla y tomar la decisión de permanecer los 365 días del año, en la actitud de pensamiento de amarnos, sentirnos llenos de gratitud y poder así bendecirnos y aceptarnos incondicionalmente, para poder transitar en paz y en amor, aceptando que podemos vivir en un mundo que es un abanico de formas de pensamiento y que podemos caminar dentro de nuestras diferencias pero en Unidad, que podemos decir “no observo lo mismo que tú, pero respeto tu visión”. Esto lo podemos lograr si lo decidimos, es tan sólo una dosis de buena voluntad y en ello va el soltar nuestra viejas estructuras, es soltarnos ante el Espíritu Santo que nos conducirá suavemente en este aprendizaje.

Esta Navidad entrégale al Espíritu Santo todo lo que te hiere. Permítete a tu persona ser sanada completamente para que puedas unirte a Él en la curación, y celebremos juntos nuestra liberación. Inclúyelo todo, pues la liberación es total, y cuando la hayas aceptado, es entonces cuando la darás. Todo dolor, sacrificio o pequeñez desaparecerá, porque… la verdad que no hay mejor cosa que vivir liberado… y esto es algo que no cuesta nada.

No permitas que la desesperanza opaque la alegría de la Navidad, pues la hora de Cristo no tiene sentido si no va acompañada de alegría. Unámonos en la celebración de la paz, no exigiéndole a nadie ningún sacrificio, pues de esta manera ofrecemos el mejor regalo que podemos dar: EL AMOR.

¿Qué podría hacernos más felices que percibir que no carecemos de nada? 

Ése es el mensaje de la hora de Cristo.

Dejemos de lado lo que el materialismo nato, el mercantilismo, el sentimiento fatuo y la desazón haga carne de nuestras vidas… porque no es cierto que entregando dinero, regalos materiales a otras personas, somos en realidad felices… la verdad que no creo que haya cosa más imbécil que este hecho… porque así tratamos de perdonarnos a nosotros mismos, fingiendo ser humanos e intentando demostrarnos que nuestros sentimientos son nobles, disculpándonos nosotros mismos de nuestros errores, por más nimios que éstos sean.

Qué estupidez el dar regalos materiales cuando en realidad lo que se requiere es tener el alma, el espíritu, la conciencia llena de paz… y, como en el fondo vemos que es algo difícil de conseguir, aunque nada cuesta, pues, disfrazamos nuestro perdón con dádivas insulsas y que sólo desvían el verdadero espíritu de la Navidad…

Esto me hace semejar que cuando cumplamos años, fecha en que se supone se nos debe homenajear… todos los seres que nos rodean o que están cerca de nosotros se regalen entre ellos cosas, obviando la verdadera razón de la conmemoración, ignorando así el sentido de la fecha en cuestión.

¡Ay!!! Miseria humana…

Aquí nos lamentamos porque todo está caro… lo que quieren nuestros seres queridos está lejos del alcance de nuestros bolsillos, pero que mitigamos en algo el goce de tener dichos objetos entregando otros… y así, fingiendo que somos felices, cuando en el fondo, nuestro espíritu se siente mal y tenemos añoranza… ¿De qué?… No lo sabemos… Tenemos nostalgia… ¿De qué?… No lo identificamos… Tenemos Aflicción… ¿De qué?… No lo entendemos… Tenemos Dolor intrínseco… ¿De qué?… Tampoco lo distinguimos…

Cuando la respuesta se encuentra en la sencilla forma de darnos… entregarnos, sin dolor ni resentimiento, perdonando y pidiendo perdón… amando y dejándonos amar… ofreciendo lo mejor de nosotros mismos…

¡Ésta es la fórmula para tener una Navidad completa!!!

Si nos detenemos a analizar este hecho, nos daremos cuenta que no necesitamos dinero ni cosas materiales, cosas efímeras… que pronto se acabarán o destruirán, para ser felices, sino más bien que lo que requerimos se encuentra dentro de nosotros mismos, y si extrovertemos esa esencia, transformada en lo mejor de nosotros mismos, pues entonces, la felicidad será completa, ya que no habremos gastado nada pero habremos recibido mucho… mucho amor…

Sí… seremos completamente felices y esos momentos… nadie ni nada podrá quitárnoslos hasta el día en que el Señor decida.

La verdad, yo creo que esto es posible si es que nos aplicamos en ser mejores con nosotros mismos.

Y, si te deseo una ¡FELIZ NAVIDAD!!!… por favor que no sea interpretada como tener felicidad material, sino para que tu felicidad sea imperecedera, ya que cuando estés lejos de los seres que ahora te acompañan, recuerdes estos momentos como únicos, sin parangón ni igual y te felicitarás por haber actuado de una forma tan sencilla y humana… felicidad que, como ya dije… valdrá una eternidad…

Que estas mis palabras no encierren el sentido consabido sino un nuevo sentido… el del amor y el perdón…

… Busquemos a aquellos a quienes hemos lastimado y, sin dar mayores explicaciones, pidámosles perdón y también transmitamos a los demás el verdadero sentido de la Navidad…

… Porque Dios, cuando vino al mundo en la persona de Cristo, vino ofreciendo lo bueno, lo que es justo… lo que es perfecto…

Entonces, agrademos a Dios, ofrendemos nuestro amor y reconozcamos que dando esto conseguiremos la felicidad…

Hagamos nuestra parte… Dios hará el resto… PORQUE ESTAREMOS TOCANDO SU CORAZÓN… y así estaremos, a la par… celebrando su venida a este mundo…

Sí… con esta premisa… deseo para ti, para los tuyos y para el mundo entero… ¡FELIZ NAVIDAD!!!

Emilio Glivel P.

24-12-08 HORA: 00.00

 

 
 
 Levanta tu cabeza… mira al cielo… mira la belleza de ese manto de estrellas e introduce dentro tuyo la ternura de Dios que se hizo Niño para hablar en tu corazón… para hacer que veulvas a nacer esta noche, con una mirada distinta… llena de ternura… con un corazón distinto, lleno de amor y perdón, con el alma llena de regocijo y cubierta de esplendor, pues esta noche…
esta noche… que nace el Salvador…
¡Es Noche de Amor y Perdón!!!
 

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